La Unión Europea ha logrado cerrar un acuerdo histórico para fijar las primeras reglas con las que limitar los riesgos de la Inteligencia Artificial (IA) que previsiblemente podrá entrar en vigor a partir de 2026.
La norma ofrece un enfoque basado en el riesgo que categoriza los niveles de riesgo y las restricciones que deben acompañar en función de la escala, lo que implica la prohibición en casos de riesgo «inasumible», como los sistemas de categorización biométrica, la extracción no dirigida de imágenes para crear bases de datos de reconocimiento facial, el reconocimiento de emociones, sistemas de puntuación social o sistemas que manipulan el comportamiento.